poesía ruin
el asfalto nos contiene y nos libera, y todo lo que nos otorga momentánea eternidad se muestra ruin
Datos personales
miércoles, 27 de julio de 2016
lunes, 3 de junio de 2013
Estado animal
No
es fácil
para
nada fácil
extender
los brazos
abrir
las manos
cuando
habíamos llegado a estar
….
tan apegados.
En
la cuevita ésta
nos
fuimos arrimando
uno
al otro
fuimos
amontonándonos,
también
con nuestra basura
y
nuestros sueños.
De
manera que cada vez
se
hizo más difícil
ver
el sol, respirar, mover el alma.
Y
así no conformamos
prisioneros
tontos
y enajenados.
No
es fácil arrancarnos
de
este estado animal
que
hace su contrapeso
cada
vez más abajo.
Amores elementales
Él
era aire.
Su
sonrisa
una
mueca de estrellas
que
ampliamente se abría
repentinamente
se cerraba
deborándose
el mundo.
Él
era aire y así
en
el aire
se
difundió su ser
y
lo respiro.
Él
era agua.
Sus
ojos, el océano
pobladísimo
de mágicas historias
que
la profundidad guardaba
celosamente.
Yo
aprendí a nadar, a sumergirme
en
su salada existencia.
Y
la bebo.
Él
era fuego.
Fuego
primitivo
que
excéntricos dragornes
jugaban
a poseer.
Vida
y muerte.
Fuego
que abriga.
Y
yo lo cuido.
Él
era tierra.
Selva
indígena
que
acunaba la vida
en
sus seno de hierbas.
El
ciclo interminable
ofreciendo
los frutos
que
yo digiero.
El
amor es la magnífica energía
que
mueve al tiempo
y
en su discurrir
funde
sus elementos.
Yo
sigo transitando
andando
por el mundo
a
veces en el aire en el agua
a
veces en las llamas
y
otras
como
un árbol más
alzándose
adherido
a la tierra
siempre
amando la vida.
La arena humana
Te estoy buscando
Te estoy esperando
Te estoy llevando conmigo
… llevándome tu ausencia.
Estoy dolida
Porque esta desnudez
Apenas soportable
Rompe mi piel
Como si solo fuera
Un simple papel.
Un papel…
Y la historia
que has escrito
se difunden en los mares
que se me están lloviendo.
En qué estaba pensando (me
pregunto)
Distrayéndome en qué…
Cuando me percaté
Un silencio más humano
Que cualquier otra cosa
Era el puente
Y por humano, cruel.
Y distaba
Tanto mundo callado
Entre las horas
Sin luna
De estas noches
Y las horas que fueron nuestra
vida.
Y había barro, vacío
Tierra crujiéndome entre los
dientes
Huecos desde los que caían
Como lluvia las lágrimas.
Se que parecerá exageradamente
crédula
Mi inocencia violada,
Que creerán los otros
Que estoy perdiendo tiempo,
Qué loca
Qué deprimente
Y que sé yo…
Cuantas verdades especularán
los otros
Mientras lloro tu nombre.
Lo cierto es que un disparo
Suena una y mil veces en mi
oído
Y tu cuerpo es tan frágil
Guardado en la memoria.
Estoy probando agua salada,
Otra vez,
Lamiendo tus dedos
En lo invisible.
¿Qué habrá querido decirnos
La demencia del tiempo?
¿Cómo interpretaremos
Tanta arrogancia?
Volviéndome hacia vos,
Estoy buscando pistas
En la arena
En la tristeza humana.
High anxiety
Alguna vez
conocí a un hombre que volaba. Todos los hombres eran un poco de él
y no se parecía a ninguno. En los ojos guardaba una cromografía
casi perfecta del aire y en esa transparencia sutil bien se
disimulaban los más viles pensamientos. Más cruel que cualquiera.
Casi un mago, lograba mover los hilos de la angustia hasta la
desesperación de otros seres con un leve giro de su voluntad.
Unas veces
era un ave rapaz, las otras, gorrión en las jaulas del corazón de
alguien.
Un hombre
que volaba, cuando el resto del mundo se postraba de rodillas en
función de la fútil conveniencia de otros.
Podía ir y
venir y estaba en todas partes. Sabiendo siempre qué decir para que
cualquier otra verdad se desmoronara ante sus voces.
El mundo le
quedaba chico y en sus manos toda circunstancia era maleable. Jamás
pasaba desapercibido, las sombras de su cuerpo en el suelo se
quedaban impregnadas en los colores, y era casi imposible no amarlo o
detestarlo.
Un hombre
que volaba más allá de lo imaginable, sabiendo hacerse espuma en el
mar de la angustia, sabiendo hacerse mar, golpeando, en las
escolleras de la intransigencia.
No sabía
de miedos, puesto que vivía al filo del peligro, y cómo le gustaba
jugar a las escondidas y encontradas con la soledad, ese verdugo.
Siempre
dejando secuelas a su paso, dio muerte a aquellos que suponía
demasiado astutos para sus artimañas y una dosis de perfecta
estrategia a los que veía doblegarse ante el yugo de la realidad.
Se podría
decir que a veces era un cristo en traje de mendigo, pero la misma
mano que acaricia, apuñala.
Su único
equipaje era una mochila que llevaba en la espalda en la que
cabía todo lo indispensable para hacer frente a las arbitrariedades
y su único hogar era el mundo. Libre de esquemas y de estereotipos
se volcaba al cauce de sus ideas, siendo que ninguna cosa, salvo él,
era importante.
Un hombre
que volaba; sobrevolaba los terrenos del bajo fondo de la realidad,
descendiéndose, hasta ser casi un reptil en ese fango. Hurtándole
cada vestigio de noble sentimiento a los corazones moribundos.
Multifacético,
era todo lo necesario en función de las circunstancias y despiadado
reía la inocencia de otros. Hijo del caos, no desconocía las
trincheras en que el alma se acoraza y era el más feroz soldado en
las batallas temporarias.
Un hombre
que volaba en alas de la razón, no pactaba olvidos dentro de su
cabeza. Rosa y espada, aliado y enemigo, ese hombre era fuego en los
días de viento, y buscando ser el rey de la jungla actuaba a
contramano, moviendo con sus ágiles dedos, los hilos de las
marionetas. Jugaba limpio, en su nombre, sin embargo guardaba, la
baraja de su ejecutorio sadismo, siempre en la manga. Todo lo hizo en
su autista miseria, todo era posible en su credibilidad.
Un hombre
que volaba expandido el pensamiento a los rincones más oscuros de la
verdad, a los lugares más brillantes del corazón de todos. Un
hombre que sabía disgregar el silencio en paredes del alma. Y
sonreía casi divinamente en la agonía como en la gloria. Un místico
en traje de cobarde.
Alguna vez
conocí a un hombre que volaba, y que en vuelo retórico por las
nubes densas de un humo que expiramos, se hizo lluvia al suelo árido
y celoso, de una pasión. Volándose.
lunes, 21 de enero de 2013
domingo, 20 de enero de 2013
ley de caducidad
Es
la muerte
en
tu retina
colmada
de cristales,
en
la yema de tus dedos
en
tu almohada.
Esas
mujeres eran tus mujeres
esos
hombres eran tus hermanos.
Cuando
golpeaste
amorataste
la carne
escondiste
la llave
apagaste
la luz
cerraste
las persianas
hipotecaste
futuros:
eran
niños
los
ojos que cerraste.
Niños
jugando,
como
tú a ser títere,
ellos
a liberarse...
Es
la muerte
y
sus posibilidades
siempre
unívocas
de
inventar confesiones
extender
la sentencia
generar
vacíos
nombrar
soledades
añadir
eslabones
dejar
marcas
acabar
con lo vivo.
Es
la muerte
el
opio que fumaste
el
monstruo que te apega
cada
día, a tu vida miserable.
Tus
cómplices intentan
allanarte
el camino
disipar
las preguntas
desteñir
la memoria.
Tus
bufones ensayan
nuevas
piruetas
visten
los mismos trajes
para
que todo el resto
de
nosotros
desista
de
enfrentarte a la muerte
la
muerte que creaste.
tu luna
La
luna pierde su inocencia
en
tu algarabía
la
enamora tu absurdo
la
ciegan lo trovadores
que
habitan
desde
siempre en ti.
Una
aceituna en tu copa
una
gota de océano
justamente
en tus ojos
una
clave vibrándote
en
los dedos.
Y
en la vereda de enfrente,
siempre
espiándote,
el
verdugo del tiempo
que
se queda sin ti.
¿Quién
mueve los hilos?
-te
preguntas-
mientras
pintas
las
viejas marionetas
antes
de salir a volar,
mientras
pules la roca
y
descubres sonrisas
tontas
desilusiones
sueños
de absurdos dioses
que
no saben soñar.
Siempre
queriendo entrar
a
tu esquina del mundo
la
luna con sus perros
sordos
de imposibles
y
los duendes malditos
de
un cielo de alquitrán.
La
humedad en tu boca
antes
de la mañana
la
galera escondida
y
el rasgado antifás.
¿Qué
nuevo traje estrenan hoy?
-te
preguntas-
cuando
muestran el rostro
que
te duele mirar.
Especulas
razones falsas
de
falsa espera
en
un mundo de aire
que
otros respirarán.
Pájaros
invisibles
posados
en tu mesa
y
tu estadía breve
que
huele a soledad.
Una
luna envejece
en
tu noche de espuma
y
cierras las ventanas
para
no oírla aullar.
suceder
Cuando
la madrugada
te
golpea la cara
hueles
cierta humedad
del
llanto hecho cenizas
que
había quedado,
testigo
mudo
de
los tiempos impunes,
estrategia
del alma mutilada
señal
del infame letargo
en
que todas esas humanidades,
tú
sabes, sencillamente sucedieron.
ahí
es cuando respiras,
empañando
el vidrio de la ventana
de
tu casa alquilada
y
rompes el continuo
con
un dedo.
Sabes
que la fragilidad
es
común a todos
pero
solo unos pocos
lo
supieron.
No
transcurren en el ritual
más
que algunos minutos.
Es
suficiente eternidad
suspendida
en un punto,
minúsculo,
del
recuerdo.
Suficiente
dolor para volver a andar
las
viejas muertes que sobreviviste
en
un lento destierro.
las crías
La
sociedad es una hembra en celo
que
se relame devorando sus crías
y
se viste de gala para el duelo
con
la frágil presencia de un niña.
Los
menos fuertes deben perecer
en
las fauces hambrientas
de
una mortaja atroz de hipocresía
la
hembra se avergüenza de su descendencia
Vasallos
y mendigos
perdidos
en un reino de mentira.
"che"
Desde
el oscuro sitio
de
la nostalgia
podemos
recordar
tú
y yo
los
días que hicieron
la
diferencia.
El
gatillo invisible
de
la miseria
siempre
apuntándonos
siempre
señalizando
el
camino más que cruel
de
la demencia.
Es
la historia de un mundo
hecho
sobre traiciones
mirando
la masa pululante
vestida
de indiferencia.
Mientras
tanto tu cuerpo
se
sigue secando
sobre
aquella maldita
cama
muerta
mientras
tanto a tu alma
le
sigue costando
volar
sin
darse tumbos
en
los suelos agrestes
de
la indecencia.
Es
entendible
que
no quieras volver.
Es
sabio que te diga
“mejor
no vuelvas”
el
mundo que creaste
no
se parece a ti
ha
cambiado su nombre
y
su silueta.
¿Cómo
no vas a morir?
Los
pájaros en jaulas,
ellos
no vuelan.
asfalto (adolescentes)
Limpias
tus pies en la alfombra
pero
el asfalto…
Rompes
los vidrios
de
la casa de tus padres
y
te pruebas el nuevo traje…
Aún
sueñas con que es fácil
desandar
nuestra historia.
Con
tu inocencia y la mía
sangrando…
Con
tu sueño mejor, mi mejor sueño
presente
en todas las cosas.
(Un
maldito espejismos de borrachos)
La
alquimia de lo urbano
silencia
al viejo lobo
y
los zombis se congregan
en
las alcantarillas
las
nuevas tribus
los
nuevos aborígenes
que
vinieron a nacer
de
una madre que vive de rodillas.
El
viaje que iniciamos
jugando
en la bohemia
nuestros
juegos de hippies,
nos
escupe en las ruinas
de
un mundo sin abrazos
y
mareados, tú y yo,
hacemos,
en verdad, lo que podemos
para
estirar un poco más
la
inminente derrota
buscando
la poesía
que
silencia la prisa
o
que aplasta la bota.
Héroes
desterrados
condenados
a
morir de tristeza
en
el cristiano paraíso
de
un planeta que implota.
Altruismo
y soledad
soledad
y demencia…
Vinimos
a nacer en mala luna
nos
dirán los ancianos
mirando
entre sus dedos
la
eterna margarita que deshojan.
Limpias
tus pies en la alfombra
y
el asfalto
tiende
su telaraña
entre
tus ilusiones
de
gaviota.
perdónalos
Perdónalos,
no saben lo que hacen.
no
hacen lo que piensan
no
piensan lo que sueñan
no
sueñan lo que pueden
no
pueden lo que viven
no
viven, cumplen órdenes.
¡Perdónalos!
si salieras a las calles
Si
salieras a las calles
con
un grito de auxilio
apretado
en los dientes
y
oyeras las persianas cerrarse
casi
al unísono
o
percibieras mares de ojos
mirando
desde dentro.
Y
presintieras
en
cada nuevo paso
que
hueles a humanidad, a carne
en
un mundo con rejas
de
sabuesos con hambre.
Si
salieras, si corrieras por las calles
cada
vez más anchas
extendiendo
tus manos
las
palmas hacia arriba
y
sintieras
cierta
lluvia invisible
que
corroe hasta el hueso
y
nada más que eso
nada
más que eso…
Si
quisieras decir, quisieras hacer
amaneceres
posibles
y
la noche se extendiera
interminablemente
en las calles.
Tal
vez comprenderías
por
qué la lucha
no
tiene, no busca recompensas
por
qué a la niebla
la
inventaron otros
por
qué te llamo desde dentro
y
no tengo persianas
y
espero cada día
que
sueñes amaneceres.
Tal
vez sencillamente
para
que te enteres
que
la próxima historia
te
espera,
si
salieras…
semejantes
Te
pareces a mí
no
puedes olvidar
y
tienes precio
has
vendido tu alma
y
la muerte
es
un detalle
un
asunto menor,
la
muerte de los otros.
No
olvidas a tus víctimas
yo
no te olvido a ti…
Tu
precio es el poder regalado
que
manipulas holgadamente
mi
precio es la justicia
que
reclama tu nombre
en
ciertos expedientes.
La
muerte no me importa
si
es en la lucha
y
tú mueres de miedo
por
callar a tus muertos.
Podríamos
parecernos más
pero
me llevas
bastante
miseria
y
yo te llevo
demasiada
humanidad
de
ventaja.
cambio de sitios
Cambio
de sitios,
y
así me veo
en
la cama
a
la mesa
en
el supermercado
en
el aire
en
la casa de alguien.
Como
se ve
a
una hoja
suspendida
en el río.
Así,
al azar de la corriente.
sin
sentir pena
pero
abrazada a una nostalgia
apruebo
por
enésima vez
la
misma compasión
por
la ternura…
que
silencian las cosas.
En
realidad nunca abandoné
el
corazón que ardía
en
aquella fogata.
Entonces
cambio de sitios
y
sigo estando fuera,
gesticulando
un adiós
lamiendo
viejas lágrimas
y
sin abrir los brazos
sin
lograrlo.
Temiendo
no sentir junto al cuerpo
la
silueta invisible
de
mi tiempo sin tiempos.
una bala
Un
disparo
directo
a la cabeza
sin
rodeos, a quemarropa.
¿A
quién le importaría, acaso,
que
una vida grandiosa
se
haga cenizas?
Y
¿quién tendría en cuenta
que
las cenizas
fertilizan
el suelo de la flor?
Una
bala y un sueño
que
se sangra
y
un niño que despierta
y
la inocencia de un niño
que
se hace omnipotente.
Y
todos los detalles que se descuidan
al
gatillar un arma,
todas
las coartadas
que
sentencian al verdugo
siempre.
El
perdón es privilegio
de
los seres grandes.
Un
disparo
abrir
los ojos
de
su incertidumbre
despabilar
el corazón
de
su letanía, su somnolencia.
Volver
a ser
la
paja en el ojo del tirano
la
piedra atragantada
el
veneno que no fulmina.
Una
bala nos basta
como
distancia
es
el puente ficticio
entre
el resentimiento
y
el amor al hombre.
El
insondable puente
que
hace la diferencia
entre
mis sueños simples
y
tus noches infames.
… una
bala.
abrir las manos
Dejar
ir,
sencillamente
abrir las manos.
La
noche se va impregnando
de
los olores los silencios
de
una derrota
y
el trago sal y vino
que
bebo mientras callas
es
la autocomplacencia
de
un perro
lamiendo
sus heridas.
Debo
ponerme fuerte –me repito
mientras
todo mi cuerpo me delata.
Gritos
de eternidad
que
me parten el pecho
llantos
de soledad
que
oprimen
con
intención de muerte
mi
garganta.
Abrir
las manos
expandir
el alma…
raíces
Me
aferro como puedo
a
mi mesa de escribir
a
la puerta a las paredes.
Me
aferro como puedo
a
la tristeza
que
logra
mantenerme
viva.
A
tu corazón
al
hueco en tu pecho
en
que cabía un corazón
a
su ausencia.
Me
aferro como puedo
a
la rabia de no verte
la
sórdida locura de esperarte,
a
la sensación
que
dejó tu rutina
a
las promesas.
Es
que me vuela el tiempo
necesito
raíces
o
resistentes ligamentos
porque
afuera me aguardan
ojos
que son disparos
y
perforan…
no
puedo salir a verlos
tan
expuesta.
Sin
calma, sin remedio y sin sueños
no
puedo andar por ahí
como
si nada…
Soy
un fácil blanco
para
tanta mirada.
Por
lo pronto me aferro,
como
un árbol,
a
este sitio
a
esta soledad disimulada.
cansancio
Me
he cansado del mundo
me
cansé de sus nadas y sus todos
de
sus punto y aparte
y
sus canciones de ranking
y
sus ídolos muertos
y
dioses prometidos.
Me
cansé de que los amantes
violen
sus inocencias,
de
que los niños
necesiten
madres
de
que las culpas pesen
y
se adeuden
de
ser un diente más del engranaje.
Me
he cansado del mundo
de
que tanta maravilla nos estorbe
y
no quepa en las manos
lo
que alcanza.
Me
cansé de seguir
alucinando
lunas
sin
que nadie me obligue
a
conciliarme con las horas
de
la noche.
estado esencial
Estado
esencial…
y
la naturaleza se nos vuelve
lo
único que se deja ver
por
las calles
proyectando
una sombra
idéntica
a cualquiera.
De
manera que tal vez
somos
uno
quiero
decir un único ser
despedazado,
los
trozos peregrinos
que
han perdido
la
brújula
y
han perdido el olfato.
Y
en sentido de no ser totalidad
andamos
por el mundo
mendigantes
y solos
confundidos
tropezando
con
otras soledades.
Sin
poder radicarnos
en
ningún sitio
-eso
nos diferencia de los árboles-.
Desconocemos
la clave
para
unir
los
pedazos que somos
así
es que nos contentamos
proyectando
sombra
y
sublimando el sentimiento inicial
de
abandono
de
haber olvidado el camino de regreso.
Nos
encontramos a veces
para
comunicar
la
alucinación original
que
oculta nuestra sombra.
Pero
la verdad
es
que seguimos siendo uno,
una
mutilación que se resiste a morir.
Y
se resiste a aceptar.
-eso
nos diferencia de los árboles-
y
nos otorga
este
estado esencial
de
ser naturaleza
que
se realiza en la sombra.
el hombre
El
hombre
cuando
amaba
la
imagen
de
un recuerdo
solo
y
en cautiverio…
arrojó
una
pena para arriba
y
era una luna blanca
de
pobres esperanzas.
Dolía
el corazón
y
la memoria
como
llanto del cielo
y
el hombre
desnudo…
supo
hacerse
la
cara dispar
del
sentimiento.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)