domingo, 20 de enero de 2013

suceder




Cuando la madrugada
te golpea la cara
hueles cierta humedad
del llanto hecho cenizas
que había quedado,
testigo mudo
de los tiempos impunes,
estrategia del alma mutilada
señal del infame letargo
en que todas esas humanidades,
tú sabes, sencillamente sucedieron.
ahí es cuando respiras,
empañando el vidrio de la ventana
de tu casa alquilada
y rompes el continuo
con un dedo.
Sabes que la fragilidad
es común a todos
pero solo unos pocos
lo supieron.

No transcurren en el ritual
más que algunos minutos.
Es suficiente eternidad
suspendida en un punto,
minúsculo,
del recuerdo.
Suficiente dolor para volver a andar
las viejas muertes que sobreviviste
en un lento destierro.


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