domingo, 20 de enero de 2013

ley de caducidad


Es la muerte
en tu retina
colmada de cristales,
en la yema de tus dedos
en tu almohada.
Esas mujeres eran tus mujeres
esos hombres eran tus hermanos.
Cuando golpeaste
amorataste la carne
escondiste la llave
apagaste la luz
cerraste las persianas
hipotecaste futuros:
eran niños
los ojos que cerraste.
Niños jugando,
como tú a ser títere,
ellos a liberarse...
Es la muerte
y sus posibilidades
siempre unívocas
de inventar confesiones
extender la sentencia
generar vacíos
nombrar soledades
añadir eslabones
dejar marcas
acabar con lo vivo.
Es la muerte
el opio que fumaste
el monstruo que te apega
cada día, a tu vida miserable.

Tus cómplices intentan
allanarte el camino
disipar las preguntas
desteñir la memoria.
Tus bufones ensayan
nuevas piruetas
visten los mismos trajes
para que todo el resto
de nosotros
desista
de enfrentarte a la muerte
la muerte que creaste.

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