La
luna pierde su inocencia
en
tu algarabía
la
enamora tu absurdo
la
ciegan lo trovadores
que
habitan
desde
siempre en ti.
Una
aceituna en tu copa
una
gota de océano
justamente
en tus ojos
una
clave vibrándote
en
los dedos.
Y
en la vereda de enfrente,
siempre
espiándote,
el
verdugo del tiempo
que
se queda sin ti.
¿Quién
mueve los hilos?
-te
preguntas-
mientras
pintas
las
viejas marionetas
antes
de salir a volar,
mientras
pules la roca
y
descubres sonrisas
tontas
desilusiones
sueños
de absurdos dioses
que
no saben soñar.
Siempre
queriendo entrar
a
tu esquina del mundo
la
luna con sus perros
sordos
de imposibles
y
los duendes malditos
de
un cielo de alquitrán.
La
humedad en tu boca
antes
de la mañana
la
galera escondida
y
el rasgado antifás.
¿Qué
nuevo traje estrenan hoy?
-te
preguntas-
cuando
muestran el rostro
que
te duele mirar.
Especulas
razones falsas
de
falsa espera
en
un mundo de aire
que
otros respirarán.
Pájaros
invisibles
posados
en tu mesa
y
tu estadía breve
que
huele a soledad.
Una
luna envejece
en
tu noche de espuma
y
cierras las ventanas
para
no oírla aullar.
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