lunes, 3 de junio de 2013

Amores elementales


Él era aire.
Su sonrisa
una mueca de estrellas
que ampliamente se abría
repentinamente se cerraba
deborándose el mundo.
Él era aire y así
en el aire
se difundió su ser
y lo respiro.

Él era agua.
Sus ojos, el océano
pobladísimo de mágicas historias
que la profundidad guardaba
celosamente.
Yo aprendí a nadar, a sumergirme
en su salada existencia.
Y la bebo.

Él era fuego.
Fuego primitivo
que excéntricos dragornes
jugaban a poseer.
Vida y muerte.
Fuego que abriga.
Y yo lo cuido.

Él era tierra.
Selva indígena
que acunaba la vida
en sus seno de hierbas.
El ciclo interminable
ofreciendo los frutos
que yo digiero.

El amor es la magnífica energía
que mueve al tiempo
y en su discurrir
funde sus elementos.

Yo sigo transitando
andando por el mundo
a veces en el aire en el agua
a veces en las llamas
y otras
como un árbol más
alzándose
adherido a la tierra

siempre amando la vida.

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